Viernes recién comenzando el día y antes de seguir programando el Complemento INE para la versión web de recibos de honorarios y arrendamiento, hago una pausa para escribir este post acerca de algunos personajes que me he topado en mi vida.
Margarito Esparza, 70 centímetros de estatura, acaba de fallecer. Hace 20 años cuando yo trabajaba para Banamex, me lo encontré varias veces cantando en el metro de Indios Verdes a Ciudad Universitaria.
Ahí voy, parado, agarrado del tubo por aquellos de los enfrenones, ensimismado en mis pensamientos. La puerta se abre. Entra el “pequeñin”, nunca antes lo había visto. El metro cierra la puerta, Margarito se acomoda la diminuta guitarra y comienza a cantar. No entendí nada de lo que dijo pues su voz era muy débil. Esa sería una de varias ocasiones que me lo halle en mi recorrido al trabajo. En cada ocasión coopere con algunas monedas.
Después, en el 2008 un productor lo rescató de la cantada y lo llevo de nuevo a la televisión. Pues ya antes, había estado como actor en la tele.
Roberto Flaco Guzmán, otro actor conocido por varias pelis. Que decir que el día que se dio una vuelta por las oficinas del Banco, justo era para hablar con un compañero de trabajo cuyo escritorio estaba enfrente del mío. Ese día a esa hora yo fui al baño y cuando regresé, Roberto estaba entrando al elevador para irse…. ¡Hey!, ese era… el actor, el…
– Ese mero, si, ese era él.
Así que me lo perdí de saludarlo en persona por ir al “pipis room”
Pedro Weber Chatanuga. Don Pedro pa los cuates, un fin de semana en Plaza Miramontes, donde está el Zapamundi. Estaba con mi novia en un pequeño restaurant degustando un cafecito. El gato de la dueña del local merodeaba a nuestro alrededor. Entonces lo vi venir de frente. Se detuvo justo donde estábamos. ¡He, de quien es el gato?, solo atine a alzar los hombros, ni pronunciar palabra alguna. Solo sonreí, ¿Me lo puedo llevar? dijo. A estas alturas ya estaba yo con una sonrisa de oreja a oreja. Sabía quien era él, pero él no tenía ni “che” idea de quien era yo.
Anabel Ferreira. Fueron de los primeros programas de comedia en televisión. Bueno, al menos ya modernos, contemporánea de “Cachun, cachun ra ra”. En el teatro Tepeyac, aquel día ya en la fila esperando mientras nos permitían el acceso. A dos metros de mí ahí estaba, delgadísima la mujer pero esas expresiones faciales inconfundibles.
-Señor, allá atrás, hay un señor tirado en el suelo, yo creo que está bien muerto.
El tipo de la entrada solo acertó a mover la cabeza en señal de afirmación. Anabel entró al teatro por la puerta de enfrente y el señor de la entrada serio, en ningún momento dijo nada.
Susana Alexander. Mientras disfrutábamos de la obra “Como ser una buena madre judía” en el teatro Tepeyac. Yo en mi asiento y la señora Susana en el escenario, todo bien, hasta que… mira al público y se me queda viendo.
– ¡Ha, pero que lindo muchachito! ¿Es tuyo? ¿Me lo prestas? le dice a mi novia.
Susana baja del escenario y me toma del brazo, !Vamos a bailar!, yo tratando de resistirme y mi cara de mil colores… para cuando di dos pasos en dirección al escenario me dije ¡Ya valió!.
-Venga, taran, taran, taran. De un lado para el otro del escenario, ella feliz y yo no si espantado, avergonzado o que. Cuando me fue a dejar a mi asiento, yo sentía en la cara mucho calor.
Al final de la obra, salen los actores, el público aplaude, ella dice: Y un aplauso para nuestro bailarín estrella, señalándome a mi. El aplauso inundó mis oídos y me dije, “No está mal, nada mal”
Quizás en otro momento de mi vida escriba sobre otros personajes conocidos. Carlos Slim, Daniel Craig “El 007”, Juan Pablo Segundo, etc, etc. Por que me he cruzado con ellos en algún momento.
Y ahora, a seguir programando la versión web que sola no se va hacer
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